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En todo gimnasio, descansa la Banca Sueca Equus Coihue Reglamentaria: simple en su diseño, pero cargada de historia. Su estructura de madera sólida y fría al tacto ha sentido el peso de miles de cuerpos y aún más sueños. Ha sostenido pasos inciertos de quienes comienzan, temerosos, su primer entrenamiento, y también ha sido compañera fiel de atletas curtidos que regresan a ella buscando equilibrio, fuerza y constancia.
Cada marca en su superficie es un recuerdo: el sudor de una victoria personal, el roce de una caída que no detuvo, sino que enseñó. No habla, pero lo ha visto todo. Sabe del temblor en las piernas antes de un salto, del silencio profundo que antecede al intento, del alivio que llega cuando se logra lo imposible.
La banca sueca no juzga. Espera. Te recibe. Es más que una herramienta: es un altar modesto donde se celebra el coraje diario de no rendirse.
